Implantes dentales

Primera fase: fase diagnóstica
Todo comienza con una revisión general para conocer tu estado de salud y las condiciones específicas de tu boca. Se toman fotografías, radiografías y, en la mayoría de los casos, una tomografía 3D, lo que nos permite ver el hueso desde todos los ángulos y saber si está listo para recibir un implante. También se analiza tu sonrisa, mordida, el espacio disponible y otros factores importantes para que el tratamiento sea cómodo y exitoso.
Con toda esta información, diseñamos un plan personalizado. Se elige el tamaño del implante, su ubicación exacta y el tipo de prótesis que se colocará al final (como una corona, un puente o una prótesis completa). Esta etapa suele completarse en una o dos citas.

Segunda fase: fase quirúrgica y fase de osteointegración
Una vez que tenemos todo planeado, se agenda la colocación del implante. Es un procedimiento sencillo que se realiza con anestesia local, así que no sentirás dolor. En esta cita se coloca una pequeña pieza de titanio (el implante) dentro del hueso, en el lugar donde estaba la raíz del diente perdido.
Después de colocarlo, se cierra cuidadosamente la encía y se inicia una fase muy importante llamada osteointegración, que es el proceso natural en el que el hueso se adapta y se une al implante, como si fuera parte de tu cuerpo. Esta integración toma un tiempo aproximado de 3 a 6 meses, dependiendo del caso. Durante este tiempo puedes llevar una prótesis provisional si es necesario, para que no estés sin diente.

Tercer fase: fase protésica
Una vez que el implante está bien integrado y estable, pasamos a la última parte del tratamiento. Se coloca un pequeño conector llamado pilar, que sirve de base para sostener el nuevo diente. Luego, tomamos impresiones o escaneos digitales para diseñar una corona a medida, que se verá y sentirá como un diente natural. El color, la forma y el tamaño se ajustan para que se integre perfectamente con tus demás dientes.
El resultado final es un diente fijo, resistente y estético, que te permitirá masticar bien, hablar con naturalidad y sonreír con confianza. Además, al estar bien integrado al hueso, el implante también ayuda a mantener la estructura facial y prevenir la pérdida ósea con el paso del tiempo.
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